ENDIABLADOS JUZGADOS | HISPALITERARIO 37

Así muerta le tocó ir al juzgado
pero siendo otro el demandado.

Era ella de carácter concentrado,
aún sin su cuerpo ya atado,
Por ello hoy San Pedro va al estrado,
fue sentado como el acusado.

Decía ella que no había sumado aún sus horas,
Que sus canas aún no eran contadas todas,
Expresaba que no era una molestia infundada,
Que tenía pruebas y su sola presencia lo confirmaba.

¡Pobre del que a una mujer rebate su razón!
Porque ni el carbón se quema ya usado,
ni ella cede por darte por tu lado.
¡Santos Juzgados Endiablados!

Así Pedrito desconcertado intentaba hallar el sentido,
Nunca había sido él de quien se supone el delito.
Doña Diabla manteniendo en hito su reclamo,
Procedía ahora a acortar su cercanía al estrado.

Pidió traer de testigos a sus cinco gatos,
Así tampoco los extrañaría tanto.
Aunque se le olvidó un detalle,
Solo ella entendería cuando su gato hable.

Indignada prosiguió pidiendo la repetición del evento,
Aquella donde vió que había quedado como un esperpento.
¡Culebras, sapos y centellas!
Señalando allí con emoción como quien grita ¡eureka!.

Extrañamente la diabla parecía persignarse,
Errada percepción la de este orate.
Porque… ¡cómo se le ocurre a este descendiente de macacos!,
Que Doña Diabla haría tales actos.

Sólo señalaba la razón de su querella,
Aquella cruz que había visto ella,
Cruz que de repente se atravesaba,
Se atravesaba en su camino obligando al barranco a su bajada.

Evidentemente Pedrito reconocería su dilema,
Aquel dilema por el que el Don Diablo habita en el Averno,
Pero… a partir de aquel reclamo,
Doña Diabla no reside en el limbo,
fue restaurada en este plano mismo.

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