Ya que el dolor y el orgullo herido por semejante traición, lo hizo entrar en locura, no pudo racionalizar los hechos que se estaban dando en torno a su matrimonio, ideas iban y venían, cómo iba a cobrar tamaño ofensa, haberle brindado la confianza a su primo en pasar unos días en su casa, y que le pagara así con su esposa, a quien tenía en un elevado pedestal.

Pensaba mientras se bajaba de su Mustang blanco descapotable al frente del motel, cómo era posible que le hicieran tal bajeza, como si fuera una pequeña adolescente, ella se arrojó en los brazos de su primo, estaba determinado a pescarlo in fragante en la habitación del motel. Sin pensarlo mucho, al verlos desnudos, se llenó de coraje, sacó el arma los vio a ambos a los ojos y con sangre fría les dijo: hasta aquí llegó su osadía, les hizo varios disparos sin sentir ningún remordimiento.

Así saldó su cuenta de aquella infame traición. Llegaron los de seguridad, no pudo escapar de la escena debido a los gritos de las camareras del motel. Iría a la cárcel pero satisfecho por su venganza.