La virtud más grande del ser humano

El valor de dar sin esperar nada a cambio es una de las obras más grandes a las que una persona puede dedicar su vida, son admirables las historias de personas que han entregado su vida por prestar servicio a la humanidad, a los más desposeídos a los que son relegados de la sociedad.

En la historia universal vamos a encontrar personas que en el anonimato se han entregado al servicio, muchos haciendo su labor silenciosa y sin la pretensión de que su trabajo se hiciera público, fueron saliendo a la luz, producto de esa nobleza y por ser la representación viva de lo que significa el amor incondicional.

A veces en nuestro grupo familiar tenemos algún hermano, primo o pariente cercano que siempre se ha inclinado por el apoyo al prójimo sin hacer alardes de lo que hacen, en la comunidad dónde vivimos, en la iglesia donde oramos, en organizaciones no gubernamentales existen personas con un corazón noble.

A diario me toca pasar muy cerca de las instalaciones del Santuario de la Madre María de San José donde reposan en la capilla los restos de la Santa Madre, hija de tierras aragueñas, de Choroni dónde nació en 1875, vivió hasta 1967 y dejó una gran huella en este estado Aragua en la que todavía se ven reflejados sus actos bondadosos, todos los días, por el lado dónde está la antigua capilla donde habían enterrado sus restos que pasa por la Calle santos Michelena cruce con la Calle López Aveledo que debe su nombre al padre que era prácticamente el mentor de la madre María en sus inicios.

Allí en ese lugar que les indico, todos los días en horas de la mañana se entregan a personas que viven en situación de calle, entre 200 y 300 desayunos, funciona un colegio, albergue de menores y está también el museo de la Madre María de San José, donde reposan muchas de las placas de agradecimiento por favores recibidos.

Conjuntamente con el padre López Aveledo fundaron la congregación Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, quienes siguen su labor mucho más allá de las fronteras del estado Aragua.

Su proceso de beatificación se inició en el año 1978, y en el año 1982 ocurre un milagro a la madre Teresa Silva quien era invalida, y no le daban esperanza alguna de recuperación, a quien le madre Maria le había profetizado que cuando cumpliera 50 años sanaría, lo cual sucedió tal cual se le había anunciado, luego de estar muchos años sin poder caminar, el día de su cumpleaños número 50 se pudo levantar y caminar en medio del convento donde vivían las religiosas.

Ese milagro hizo que en al año 1983, el Papa Juan Pablo II la beatificara, el 7 de mayo de 1995 se hizo la ceremonia de beatificación en el vaticano de la bondadosa muchacha de Choroní.

Su cuerpo permanece incorrupto en un sarcófago de cristal en la Iglesia de la madre María de San José que está ubicada en pleno centro de Maracay, entre Avenida Bolívar y Calle López Aveledo, dónde miles de feligreses van a verla, orarle y pedirle algún favor.