Quisiera poder volver amarte, encendernos de pasión cada vez que queramos, mirarte por un siglo a los ojos perdidamente enamorada, comerte con mucha pimienta y ajinomoto. bajo la oscuridad ver nuestras siluetas escuchando el ruido de nuestro silencio, concentrados en la profundidad de nuestras almas, de la simpleza y los recovecos. Empezar un nuevo día sabiendo que te veré, que me verás, que me olerás y te oleré y al final del día estaremos impregnados uno del otro, con las risas, con el llanto, con el café y los chistes malos, con una nota desafinada que me cantas, que te encanto, con el trabajo y la rutina, los escapes y las escondidas, con un desayuno en la plaza, con una mirada inquieta una mirada traviesa con unas cosquillas imprevistas salidas del todo y de la nada, de mi ser sediento de tu ser, de tu alma sedienta de la mía, del azul color y tu hermosa sonrisa.
Una carta que te escribí y nunca leíste...