Me gusta.
Me hace reír mucho. Yo fui una persona muy triste durante varios años, es lógico que quien me hiciera reír me enamoraría. Me gusta como es tan natural en él ser amable y cariñoso, no se esfuerza ni lo hace para obtener algo. Me gusta.
Me gusta cuánto se divierte, a pesar de cualquier cosa. Yo nunca he sabido hacerlo y soy muy de reglas, él me las rompe todas y por eso me gusta. Me gusta su honestidad, brutal y sin adornos; si todos habláramos así, los malentendidos no existirían.
Me gusta.
Me gusta porque sueña mucho, poco lleva a cabo, pero eso no me concierne a mí juzgarlo. Con que sueñe y me cuente sus planes, soy feliz. Ya de cumplir mis propios sueños, me encargo yo.
Me gusta.
Me gusta que sea un celoso primitivo de closet, de esos que nunca admiten reventarse de rabia cuando ven a su pareja sonriendo demasiado con otra persona. Que sea un celoso de closet es su propio medidor; de manera que él mismo se evita hacer escenas en público y cuando salgo sola no me anda preguntando con quién ni a qué horas regreso, aunque por dentro sea un mar de dudas. Todos tenemos derecho a sentir celos, la diferencia radica en saber controlarlos.
Me gusta.
Me gustan sus intereses raros, que le lleve la contraria a todo el mundo, incluso a mí. Nunca le he encontrado el gusto a tener una pareja que siempre me dé la razón o a que comparta todos mis gustos; habrá más amor en aquellas parejas que — sin compartir intereses — aprenden a disfrutar las preferencias de la otra persona y a crecer a partir de ahí.
Me gusta.
Me gusta que no intente resolverme la vida, yo tampoco pretendo resolver la suya. Me gusta que llegó como compañía y nada más. Momentos bajos siempre he tenido y siempre tendré, que esté a mi lado no marca ninguna diferencia y eso me gusta.
Me gusta.
Es inseguro y cuando estamos en grupo, se intimida rápido.
Me gusta.
Me gusta porque no tengo que ver su foto para excitarme, leer una sola de sus descabelladas ideas sobre cualquier tema revuelve mis hormonas más que cualquier imagen. Aunque a veces, mientras tomamos café, se expone a la luz del sol y no miento, se ve hermoso. No lo es, pero se ve así. Me gusta.
Me gusta.
Me gusta.
Tendré que matarlo.
Belle Gunnes
30 de julio de 1900, Selbu, Noruega.