El Verano que perdimos (IV parte). Una ciudad que no duerme.

in #spanish7 years ago

11/08/2013

Lisboa, Portugal.

¿Nunca te has preguntado qué se siente que el tiempo se extienda? ¿Que deje de tener sentido?

Imagina recorrer un puente de aproximadamente 16 kilómetros a pie. Pienso que así se debe de sentir. Puedes caminar y seguir caminando pero el final del puente queda aún lejos aunque te estés separando del comienzo del mismo. A tus dos lados sólo ves ese río tan ancho que ocasiona que este puente sea tan largo.

El tiempo se hará infinito mientras caminas por ese puente, llamado Vasco da Gama, con el sol a tus espaldas y la capital en frente de ti.

El movimiento de la ciudad te cautiva, las edificaciones, los autos, la gente, el idioma. Todo te envuelve mientras cae la noche y los Fados comienzan. Ven, siéntate a mi lado y escucha atentamente. Yo sé que no lo entenderás con facilidad, pero cierra los ojos y deja que las notas y esa voz profunda te envuelvan mientras las letras te susurran dulcemente palabras tristes y felices, aquellas que sólo una voz portuguesa hace que las lágrimas se escapen de tus ojos. Escucha cómo yo te canto este Fado, en el que me acuerdo de mis raíces, me acuerdo de esta tierra llena de romanticismo y penurias, escucha conmigo el siguiente, que habla de promesas selladas con un beso.

Escapemos, corramos por las estrechas calles de este histórico barrio portugués, vamos, atravesemos el mar de gente hasta llegar a la calle paralela al río, a ver las luces de la ciudad reflejarse en esas oscuras aguas. Abrázame en la noche ventosa mientras caminamos en busca de una probada de la vida del Lisboeta, bebamos unas copas de licor y vayamos a una discoteca. Hoy podemos ser cualquiera, podemos bailar hasta el amanecer, los dos juntos, podemos dejarnos envolver por la fantasiosa ciudad y caminar por las calles mientras está amaneciendo.

El tiempo es nuestro ahora. Seamos testigos de una ciudad con historia, tengamos una aventura llena de días de explorar y noches de discotecas. Porque voy a apostar en un casino a que esta aventura será única, a que nuestra fantasía acabará de la mejor manera posible.

Hagamos una historia pasajera en una ciudad con muchos años, en la que dejaremos una huella, una foto, una postal y una firma.

Porque mientras ese puente fue infinito esta fantasía sólo duró cinco minutos.

Alaska.

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