Sin involucrarnos demasiado - Relato Erótico

in #spanish6 years ago (edited)
Nada fue como lo planeado. Tus labios sobre los míos se sentían aún más cálidos y sedientos de mí a como lo describías por textos. Poco a poco nuestras lenguas comenzaron a conocerse. Cerrabas los ojos con fuerza cuando más te gustaba, no necesitabas decírmelo, tus gestos hablaron por tí en cada momento.

La punta de tu dedo índice paseó por mis labios y ya inquieta de deseo la deslice en mi boca, succionando un poco mientras te observaba fijamente a los ojos. No podías creerlo, emular la felación desataba en tí algo indomable, lujuría pura. Por un momento sentí algo de miedo, te confieso. La energía que emanabas invadió la habitación.

Tus manos comenzaron a recorrer mi ser, lo hacías casi queriendo poder dibujar con tal precisión mi figura más tarde en tus pensamientos. Volaste los botones de mi blusa dejando al descubierto el encaje de mi lencería, estos bralettes de triángulos y tiras elásticas terminaron de enloquecerte.

Alejándome de tí fui quitando mi pantalón y al terminar de erguir mi espalda volteé a mirarte por sobre mi hombro. Ahí estaba tu mirada, aunque la busqué no lograbas subirla. Me abalancé sobre tí y besándote desabotoné tu camisa, bajé tus pantalones.
Allí estábamos, sólo rodeados de paredes por fin, sólo escuchando nuestras agitadas respiraciones.

Bajé despacio desde los lóbulos de tus orejas, tu cuello, tu abdomen. Lamí cerca de tu pelvis. Quisiste tapar tu rostro con almohadas, las tiré todas al suelo. Necesitaba guardar en mi memoria tus expresiones.

Te recorrí con mi lengua como a un helado muy cremoso. Al llegar a la cima de tu miembro te succioné sólo un poco y así te introduje hasta mi garganta cada vez más. Te retorcías y no parabas. Levantándome me pose sobre tu rostro e hice a un lado mi ropa interior para ponerme cómoda sobre tí. La manera en la que transitabas por mí estaba volviéndose adictiva, por momentos olvidaba sobre que parte estaba y cabalgaba despacio moviendo mis caderas. Me tiraste sobre la cama, te sonreí de forma pícara y me preguntaste: -¿donde habías estado metida todo este tiempo?-. Te respondieron mis labios sólo con una sonrisa y para tí eso fue suficiente.

Comenzaron las embestidas, primero lentas y profundas, exquisitas, se tornaron más rápidas. El néctar blanquecino y abundante emergió directo a mi abdomen. Continuamos. Te cabalgué y la cama competía con los gemidos. Tantos orgasmos y gritos placenteros con nuestros nombres envueltos en ellos. En el último te bañé con mis fluidos. Las sábanas también se humedecieron. No lograbas creerlo.

Me levanté de la cama y no dejaste que me fuera muy lejos, tus manos tomaron mis caderas y tu fuiste metiéndote por en medio de ellas. Me levanté y giré mi cara cerca de tu rostro, de espaldas a ti, y sin mirarte demasiado te dije: -cógeme- me dijiste: -¿disculpa?- Y mirándote a los ojos te dije: -cógeme, pero esta vez cógeme en serio-. Fue el combustible para largas horas de placer.
Ya exhausta me recosté y caí profunda.
Al despertar no había ni un rastro de tí, o bueno, sí. Sólo lo que habías dejado sobre mí.
Y allí entendí que esto eras, sólo cosa de momento para algo de placer.


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Encaje Negro
Placer Burbujeante I
Placer Burbujeante II