Cuando el primer burdel legal abrió sus puertas en mi pueblo

in #spanish10 days ago

La noticia corrió como pólvora. Era un evento histórico, y todo el mundo hablaba de ello. Yo, por supuesto, no fui la excepción. Después de días de escuchar rumores y leer titulares sensacionalistas, finalmente me decidí a hablar con mi esposa al respecto.

—Cariño, ya sabes, por aquello de la curiosidad cultural, ¿qué opinas si me doy una vuelta por el burdel nuevo? Solo para ver cómo es, nada más.

Para mi sorpresa, después de una breve pausa y un suspiro profundo, mi esposa dijo:

—Bueno, está bien, pero no vuelvas con historias raras o problemas, ¿entendido?

No necesitaba escuchar más. Antes de que ella cambiara de opinión, ya estaba camino al lugar. Entré casi como un rayo, emocionado y nervioso al mismo tiempo. Era el único cliente en ese momento, así que me encontré con un verdadero "buffet" de opciones. Podía elegir entre rubias, morenas, pelirrojas, altas, bajas… La decisión no fue fácil, pero al final opté por una pelirroja alta y esbelta que parecía salida de una revista.

Ella sonrió coquetamente y asintió cuando le hice saber mi elección. Pero justo cuando íbamos a movernos a las habitaciones privadas, me detuvo con un gesto elegante de su mano.

—Antes de continuar —dijo con una voz tan seductora que casi me derretí—, hay algo que debo aclararte. No trabajo con nadie que no tenga 30 centimetros.

Me quedé paralizado. ¿Diez pulgadas? ¡Eso era un estándar absurdo! Mi mente comenzó a correr en círculos. Por supuesto, tenía confianza en mis habilidades, pero no en ese tipo de medida. Me sentí como si estuviera en una entrevista de trabajo para un puesto para el que no estaba calificado.

Intenté mantener la compostura mientras le sonreía incómodamente.

—Bueno… Esto es un poco vergonzoso, pero creo que no cumplo con ese requisito.

Ella me miró con una mezcla de lástima y comprensión.

—Está bien, cariño. Es mejor ser honesto desde el principio.

—Claro… —murmuré, intentando no parecer demasiado afectado.

Pero entonces, mientras me preparaba para retirarme, me vino a la mente algo importante. No iba a dejar que esta situación definiera mi experiencia en el primer burdel legal de mi pueblo. Tomé aire y, con una sonrisa traviesa, le dije:

—Mira, no importa lo atractiva que seas, no voy a cortarme 6 centimetros solo
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para complacerte.