Pero siempre encontraba formas creativas de superarlos. Uno de los problemas más grandes surgía por las noches, cuando las luces estaban apagadas. ¿Cómo comunicarse en la oscuridad cuando no podían usar el lenguaje de señas? Esto generaba no solo confusión, sino también momentos incómodos en su vida íntima.
Una noche, después de varios intentos fallidos de "ponerse de acuerdo" en la cama, la esposa tuvo una idea brillante mientras leía en un foro en línea sobre estrategias de comunicación para parejas sordas. Así que, al acostarse, tocó suavemente el hombro de su marido y le hizo señas con entusiasmo:
—¡Creo que se me ocurrió una solución perfecta!
El marido levantó una ceja, intrigado, y le indicó que continuara.
—Mira, esto es lo que vamos a hacer: cuando las luces estén apagadas y estés de humor para un poco de… ya sabes… intimidad, simplemente estira tu mano y tira de mi pecho una vez. Si no estás de humor, tira de mi pecho dos veces.
El marido, emocionado por la simpleza del plan, asintió con una sonrisa. Pero no podía quedarse atrás.
—¡Perfecto! —respondió mediante señas—. Pero yo también necesito una señal. Si tú estás de humor, puedes tirar de mi pene una vez. Y si no estás de humor…
Aquí hizo una pausa dramática, sonrió con picardía y añadió:
—Tira de él cincuenta o sesenta veces.