En Caracas ofrecían medio real por cada cabeza de perro

in #spanish5 years ago (edited)

Los vecinos de Caracas se quejaban de la abundancia de perros que existía en el centro de la ciudad y sus alrededores. Se decía que los canes eran una potencial amenaza porque perseguían a otros animales y se mantenían en las cercanías de las carnicerías. Para las autoridades era un asunto delicado, especialmente porque la población corría el riesgo de enfermarse y esto a su vez atentaba con la felicidad pública: “no tanto por lo que incomodan como por los perjuicios y daños que reciben los vecinos, y los animales perseguidos de estas tierras, y a los varios peligros a que están expuestos los niños, mujeres, ciegos, y pobres impedidos(...)”.  El 11 de diciembre de 1793, se reunieron las autoridades del Cabildo de Caracas para tomar las medidas necesarias para controlar la abundancia de perros. Luego de discutir el asunto se ordenó  el exterminio de los perros que se encontraban en Caracas. Hicieron publica la decisión a través de la difusión de un acta y dieron un plazo de 8 días para que los vecinos que tuvieran bajo su cuidado a perros los identificaran: “(…) desde luego atendiendo a remediar unos datos de actual consideración, acordaron se haga publica intimación por medio de carteles y bando a usanza militar, para que todas y cualesquiera persona de cualquier estrado, calidad y condición que sea, que tenga perros, y los necesiten(…) los señalen con bozal, o freno y collar(…) los que no se encontraren con estas señales los maten”.    

Usaron a los presos para matar a los perros

Para incentivar la labor, ofrecieron medio real por cada cabeza de perro presentada a las autoridades:  “los que(…) quieran dedicarse a este importante objeto, por cuya ocupación se les gratificará con medio real por cada cabeza de perro que presentaren(...)”. Desde el Cabildo Ordinario aseguraron los recursos necesarios para cubrir el gasto de la matanza de los perros y tomaron la previsión de tener una serie de terrenos para enterrar a los canes. La decisión de pagar por cada cabeza presentada fue una forma para evitar posibles fraudes. Los presos fueron utilizados para matar a los perros: “se sirva disponer y mandar que de los presos en la cárcel de corrección se destinen para la matanza de dichos perros cuatro patrullas custodiadas debidamente y repartidas por las cuatro partes de la ciudad, con la prevención de que cada una de ellas a las cuatro o cinco de la tarde se presenten respectivamente con los perros muertos y sus cabezas, la una en la Sabana de Anaco; la otra en la de los Teques la otra en el tejar de los Frailes a la entrada del camino del Valle; y la otra en el camino de la Vega en los lugares que para ello hubiese designado el señor regidor Alguacil Mayor Don Antonio Mota.”  En vista de que utilizaron presos para matar a los perros se acordó pagarles dividiendo la recompensa entre los matadores y la cárcel de corrección: “se dividirá la mitad entre los mismos matadores, y la otra mitad entregándose ala casa de corrección”. También se decidió matar a los perros con palos y garrotes: “Previniéndose que los operarios de la Casa de Corrección no deban llevar otras armas que unos garrotes o palos de duración y fuertes”  Para los caraqueños el problemas de los perros se resolvería rápidamente pero llegó enero y continuaba el conflicto . El 29 de enero de 1794, Don Pedro Carbonell, Brigadier de los Reales Escritos, Presidente Gobernador y Capitán General de la Provincia ordenó nuevamente que los dueños de perros los “señalen” porque estas “fieras” y en “obsequio a la felicidad pública” “encontrados algunos de estos animales sin este distintivo se le mataran”.   

Si te interesa el tema puedes consultar el Acta Capitular de Caracas, 11 de diciembre de 1793. Sección Diversos, tomo LXVI, folio 306. Archivo General de la Nación de Venezuela. Las citas del artículo provienen del manuscrito. 

Referencias de las imágenes:

-Camille Pissarro, Escena de mercado (detalle), 1853. Colección Fundación Museos Nacionales, Galería de Arte Nacional

-Ilustración de Vintraut, Les chiens de Constantinople (detalle), en: Journal des Voyages, 1902, n° 267


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