Después de un largo rato, despierto. Pero ya no estoy en mi cama o en mi casa, estoy en un pasillo que desconozco y me incita a correr.
No sé cómo llegué aquí, pero mi instinto me dice que debo luchar… por mi vida o por la de otro.
Veo una luz lejana y me apresuro por llegar a ella. Rose está allí, rodeada de llamas, gritando desesperada; pero a medida que avanzo, ella se aleja.
- ¡Sálvame, Aleth! -No puedo dejar de escuchar sus gritos y corro más rápido para llegar a ella. Pero no puedo más, y caigo en el mismo momento en que sus gritos cesan.
Alzo la mirada y el cuerpo, diminuto y frágil, de Rose está sostenido por dos cuerdas que la unen al techo. La detallo bien y yace sin vida, con su piel negra por el hollín del fuego que la rodeaba, pero que ahora ya no está.
Me levanto y vuelvo a correr hacía ella, pero en el camino ratas comienzan a subir por las cuerdas y llegan a sus muñecas, y ahí se dividen. Veo como empiezan a roer el cuerpo chamuscado hasta hacer irreconocible el rostro de aquella que llamaba mi princesa. Justo antes de llegar a ella, sus brazos se desprenden del resto del cuerpo, haciendo brotar un manantial de sangre.
No pude salvarla. Mi promesa hacia aela ha sido destruida.
Me siento en el piso, la atraigo a mi pecho y sólo lloro; veo su rostro desfigurado por las llamas, toco lo que antes era su mejilla, me acerco a sus labios aún intactos y la beso como antes.
En ese momento veo como se convierte en una ceniza blanca y hermosa. Destellos dorados salen de sus poros y se va disipando, las cenizas sin vida toman una forma. Su forma. Me ve con amor; ella sabe que lo intenté.
-Te amo mi "desquiciado" -Besa mi mejilla y las cenizas vuelven a flotar, errantes por el viento.
Creo que llegué a susurrar que la amaba de vuelta, pero ya no estaba seguro.
El pasillo oscuro en el que desperté, de pronto,, se tornó completamente blanco e iluminado. Cuadros digitales empezaron a aparecer, y la imagen de Caesar estaba en ellas. Pronto esas imágenes se tornaron videos y en ellos se ve mi secuestro y el de Rose, su tortura y su muerte.
Yo, era parte de su experimento. Veo como hicieron una incisión en mi cabeza e insertaron un transmisor. Me tocó justo allí y creo que arde.
Todo se apaga, otra vez, y escuchó un incesante pitido. Pronto es sustituido por unas palabras que empiezan a aparecer en los mismos cuadros.
Tu mamá.
Entendí muy bien lo que significaba y empiezo a correr.
Aleth no puedes dejar a tu madre sola, corre más rápido, me digo a mí mismo.
No me detendré hasta sacarla de este infierno.
Veo sus puertas abrirse frente a mí y solo me apresuro a salir a lo que parece mi libertad. Me lanzo hacia ella para golpearla con el hombro y salir a lo que parece un salón de estudio. Pero era una trampa. Al instante, me veo atado a una silla de odontología con amarras que se movían como serpientes alrededor de mis extremidades
- ¡Suéltenme! ¡Los mataré a cada uno de ustedes y juro que, en el proceso, los haré sufrir! -grité fortísimo, hasta que dolió.
Una pantalla frente a mí se encendió y una risa estruendosa se burlaba de mí. No entendía lo que veía. ¿Él?
-Sí, Aleth. Soy yo -respondió casi como si supiera lo que estaba pensando.
-Brisson, ¿Por qué me haces esto? -un gran miedo se apoderó de mí, por la presencia de un fantasma ahora vivo, lo llamaba amigo y lo había dado por muerto hace años.
- ¡Por dejarme morir, bastardo!
-Maldición, Brisson. No pude sostenerte, en serio que no pude -explico y el pesar se hace evidente en mi voz y mi rostro; miro al piso y mi semblante decae.
-Sí, veamos si puedes sostener a tu madre, quién está en el piso cincuenta del edificio próximo.
Las amarras se sueltan e instintivamente corro a toda prisa. Pasé por la misma puerta por la que entré, pero esta vez, me lleva a la calle.
Veo el edificio en el que mi madre está colgada y mis ojos inmediatamente captan su esfuerzo por no morir, aferrándose con ambas manos a la cornisa.
Un recuerdo se apodera de mí: es de la última vez que entre al espacio, cuando Majara me enseñaba a abrir las alas. Nunca lo logré, pero ahora, mi impotencia al pensar en que no podría salvarla era tal que no tuvieron más opción que salir. De entre mis omoplatos brotaron alas con plumas negras y brillantes.
Esas alas se empezaron a mover, y en pocos segundos me elevé. El movimiento se hizo más aprisa y el ascenso fue rápido, llegué más rápido de lo que creí posible.
Tomo a mi madre de la cintura y me creo su héroe, ella se apresura a rodear mi cuello con ambos brazos y el alivio invade su rostro. El descenso es suave y tranquilo. Al tocar el suelo mis alas se contraen y vuelven a desaparecer, quizás para no verlas nunca más.
En seguida y para mí sorpresa, mi madre empieza a gritar con desespero. No entiendo el porqué de sus gritos, pero cuando mi mirada la recorre, ve escarabajos carnívoros devorando sus pies, dejando al descubierto solo huesos tintados de amarillo y rojo.
Sus gritos dejan de escucharse y los escarabajos como si tratase de una batalla perdida, se retiran, dejando girones de piel, músculo y carne justo donde estaba su cintura. Subo mi mirada sin poder hacer nada, veo el rostro sin vida, y me lleno de dolor e ira.
Me derrumbo sobre mí mismo, con la mitad de mi madre en los brazos.
Maldigo a Brisson a los cuatro vientos, con la esperanza de que algún querubín me escuché y lo mate. Pero, para mí desgracia, nadie digna sus oídos a escuchar mi voz, prefieren callar y ensordecer sus oídos.
Un estruendo se escucha bajo mis pies y empiezo a descender. Una especie de escotilla se abre y algo de allí, sale disparado hacia mí. No sé lo que es, hasta que está demasiado cerca para esquivarlo: un dardo. Impacta en mi cuello y en escasos segundos todo se torna oscuro. Al despertar, el cadáver de mi madre ya no está.
-¡Devuélvemela maldito! -ya sentía mi garganta arder de tanto gritar.
Detrás de un vidrio, logro distinguir a Maíca atado, igual que Rose. Pero no estaba envuelto en llamas, al contrario, está bajo el agua, y junto a él esta Clare.
Ambos contenían la respiración y me tranquiliza saber que son grandes nadadores, pero en algún momento, sus pulmones cederán.
Recordé algo que mi gran consejera, Madara, me dijo alguna vez: ustedes los nephilim tienen grandes poderes mentales, y toda criatura mística les teme por eso. Su voz en mi cabeza era como un bálsamo a mi herida abierta y supurante.
Me concentré en las cuerdas, se rompieron, ellos nadaron hasta la superficie y me percaté de que donde estaban era como los estanques de los acuarios. Corrieron hacía mí y desataron las amarras que me sostenían.
-Aleth, atraparon a Rose y a tu madre -dice Maíca..
-Lo sé -me lamento.
- Y, ¿las salvaste? -pregunta preocupada.
-Lo intenté -unas lágrimas tuvieron la osadía de brotar. Los ojos de mis dos últimos amigos se llenaron de tristeza, y arrepintiéndose de lo que hacían, a toda prisa volvieron a apretar mis amarras, mucho más fuertes que antes.
-Gracias, gracias por matarme -dije, adelantándome a los hechos y a lo que rogaba que hicieran.
-¿Quién dijo qué os daremos muerte? Mereces sufrir por la eternidad -la cólera y el dolor están impregnadas en su voz.
-¡Maíca, por favor, no me dejes vivir con este dolor! -las lágrimas rompen mis párpados y me echo a llorar. Ellos sólo me miraron con rostros inertes, empezaron a caminar de espaldas y se detuvieron sobre una "x" enorme que no había visto antes; El techo empezó a bajar y el espacio se redujo hasta que sus cabezas se apretujaron, se detuvo por unos escasos segundos y siguió bajando.
Las piernas de ambos cedieron a la presión y se rompieron, los huesos atravesaban sus pieles, haciendo que sangre y gritos de dolor salieran de ellos. Poco a poco, sus fémures se empezaron a incrustar en sus pechos. Había restos de ellos en mi rostro.
Al menos, murieron juntos, como pareja.
Me odiaba, por dejar morir a las personas que más amaba.
-No puedo vivir en un mundo sin amor.
-Eso se puede arreglar, maldito -Brisson dice jocosamente.
-Hazlo de una vez, te lo suplico -mi torturador duda de lo que va hacer.
-No, no, tengo algo mejor -dice él, apretando un botón que hizo subir el techo que aplastó a Maíca y Clare; la visión de eso era horrible. Luego oprimió otro botón y una pantalla descendió, mostrando las muertes de mis dos amores, repitiéndolo una y otra vez.