¡Saludos, estimados Steemians!
Imagen editada, tomada de pixabay.com
Abrió los ojos en un mundo naranja. El atardecer había llegado y él no se había percatado. Ni siquiera podía recordar cómo había llegado a ese lugar. Se hallaba en el porche de su casa, eso lo supo al instante, sin embargo, su mente era un desorden, un mar de confusiones. No soplaba la brisa. Los aromas, que para ese periodo del año siempre luchaban desenfrenados porque pudieses percibirlos, habían desaparecido. El silencio era el monarca del lugar y, junto con la luz mortecina del ocaso, incrementaba la falta de cordura de Freddy. Sentía un peso enorme sobre él. « ¿Qué es lo que está pasando?» Se preguntó.
Aún sentado en su mecedora llamó a su esposa un par de veces, pero ella no contestó. Le sacaba de quicio que no le respondiera pero, trató de tranquilizarse, podría ser que ella no estuviera en casa. Haciendo un gran esfuerzo logró ponerse en movimiento y levantarse de la silla. Dio unos pasos hacia la puerta principal de su hogar, pensando en cómo era posible tanto silencio. Había comprado esa casa a las afueras del pueblo para evitar el bullicio pero, en ese momento, deseó al menos oír la anarquía de algún festival pueblerino. Se movía despacio, sentía como si caminara bajo el agua.
Un sonido llegó a sus oídos por fin, un llanto ahogado que provenía desde adentro de su hogar. ¿Elizabeth, estás allí? Llamo de nuevo a su esposa. ¿Lili?... ¿Harry? También llamó a sus hijos pero nadie contestó. Se paró en la puerta y observó dentro. Su casa estaba en penumbras. Volvió a exclamar sus nombres, como respuesta solo obtuvo más llantos, pero esta vez pudo reconocer quien lloraba. «Ya verás, Elizabeth. Sabes que no me gusta que me dejen esperando por respuestas». La ira inundó su ser, quería entrar corriendo y abofetear a esa estúpida, pero su cuerpo no reaccionaba. De nuevo realizó un gran esfuerzo hasta poner un pie dentro de su casa.
A paso lento logró llegar a la sala. La rabia ya lo había abandonado. Sabía que no debía sobrepasarse de nuevo con su mujer, se lo había prometido. Los llantos incesantes fueron otro motivo para frenar sus impulsos violentos, y ahora lo dominaba la preocupación. Continuó llamando a su mujer mientras caminaba hacia la cocina, que era de dónde provenía aquel llorar fatídico. Estaba completamente desesperado, se sentía en otra dimensión; en una pesadilla.
Cuando entró a la cocina todos sus sentimientos y sus pensamientos dieron un vuelco dentro de él. Freddy quedó inmóvil ante la escena. Su mujer estaba de espalda a él, de rodillas en el piso, y tenía en sus manos el viejo revolver 45, que él mismo había comprado un año atrás. Sus dos hijos estaban sobre un charco de sangre, cada uno con unas heridas de bala en la cabeza.
¿Que coño has hecho mujer? Le pregunto, y de nuevo quedó sin respuesta. Esta vez la ira llegó con más potencia que nunca y no pensaba frenarla. Apretó sus puños, mientras recordaba cómo se sentía golpear el cuerpo de su esposa, eso le gustaba. Esta vez no iras al hospital hija de puta, le dijo esta vez. Elizabeth solo continuó llorando. La cólera de Freddy se incrementó, había enloquecido completamente. Intentó dirigirse a donde estaba su mujer pero no pudo moverse, su cuerpo estaba completamente inmóvil. ¡¿Qué coño está pasando?! Gritó, presa de la desesperación. ¿Por qué nos hiciste esto, Freddy? Su esposa habló por fin. ¿Hacer qué, perra? Interrogó Freddy. ¿Por qué mataste a nuestros hijos?... ¿Por qué te quitaste la vida? Nosotros te amábamos, Freddy. Yo te amé. ¿Por qué te dejaste vencer por la rabia? Elizabeth, lloró de nuevo.
Los recuerdos chocaron contra Freddy, invadieron su cerebro como un gas que se expande: pudo verse a si mismo en la cocina, totalmente exasperado con el arma en las manos apuntando a sus hijos que, dominados por el miedo, no paraban de llorar. En la siguiente escena, se vio saliendo de la cocina, dejando los cuerpos de sus crías en el suelo. Caminó al porche y se sentó en su mecedora. Cerró los ojos mientras la brisa golpeaba su cara, se puso la vieja 45 en la sien, suspiró y tiró del gatillo. Después de eso oscuridad...
Regreso en sí, su mujer aún estaba de rodillas en el suelo. Sabía que estaba muerto y que ella no podía escucharlo, sin embargo, sumido en el completo llanto y arrepentimiento le pidió perdón. Ella solo volvió a repetir: ¿por qué nos hiciste esto, Freddy? Luego, al igual que él, se disparó en la sien.
Freddy cayó de rodillas en el piso, su cuerpo por fin respondía. Llorando golpeo el piso tanto como pudo. Luego, sin más remedio, se puso de pie y salió de la casa. Pudo ver su cuerpo en la silla mecedora con el disparo en la parte derecha del cráneo. Bajó las escaleras del porche y se sentó en una de las grandes piedras que ornamentaban el frente de su hogar, observó como el viento mecía los árboles, el pasto y hasta las flores que Elizabeth tenía en el jardín, pero él no pudo sentir el viento en su rostro. El silencio que tanto había buscado, llegando incluso a vivir de forma aislada, ahora lo envolvía y lo amenazaba. Ahora era solo un alma en pena que observaba el ocaso e imploraba el perdón de Dios y de su familia. Y mientras esperaba que la oscuridad lo consumiera, se preguntaba a sí mismo: « ¿por qué lo hice?»
Muy bueno @sadocd1, me gusto la forma como girastes el escenario de un padre alarmado a un padre asesino hasta el padre como alma en pena.
Si quieres mi opinión un 8/10. Me hubiese gustado sentir el llanto de una madre por su hijo, sin duda me encantó
Gracias leer mi relato @ldcm2110! Tu opinión es muy importante, ya que siempre me guío en las recomendaciones que me hacen para futuras historias.