Saludos Daniel, aquí dejo mi ejercicio:

Todos los días lo mismo, este bendito dolor de cabeza y mi mamá no entiende y dale y dale con la cantaleta, ¡no sirves para nada, eres un vago! y ya me levanto, quiero calle es lo mejor y me voy haciendo un nombre, que importa como lo haga, pero es miedo eso es lo que yo quiero que sientan, me respeten por miedo y fue en la calle donde la encontré, Ella, sin nombre, simplemente Ella;, al principio no me gustaba pero ya le voy agarrando el gusto, pongo esa cara de bravo y ya, algo de licor, que todo se vaya nublando. Ella era mi desahogo a lo que me hacía mi madre, por eso su nombre, Ella podía ser cualquier mujer y tenía que hacerle la vida de cuadritos y divertirme, pero cuando llegaban esos dolores de cabeza el bravo era peligroso, o sea yo, y entraba en furia y tenía que escapar a la calle y alguien salía lastimado, luego regresaba y Ella estaba ahí llena de miedo pero yo empecé a sentir algo extraño y me hacía falta y Ella estaba, siempre estaba y me atendía en la comida, algo debía sentir por mí, tal vez el miedo le era necesario, no podía entender por qué no me echaba, sin embargo era el único sitio donde nadie me levantaba con la cantaleta, yo, el bravo me sentía respetado.