
Lección del destino.
Por un camino yo iba,
caminaba y percibí
lo estrecho de ese camino
que se puso cuesta arriba
pues perdido me sentí,
sin rumbo de mi destino.
Seguí andando ese sendero
aunque en verdad no sabía
hacia dónde me llevaba
porque -para ser sincero-
en la vida me creía
que todo lo dominaba.
Víctima de un cruel amor
le entregué toda mi vida,
mis bienes y hasta mi voz,
y en medio de ese dolor,
para calmar esa herida
debí recurrir a Dios.
Hoy cuando el tiempo ha pasado
sigo en el amor creyendo
pero midiendo mi tino,
y voy marchando pausado
por un camino estupendo
hacia seguro destino.